Mutilados en espera de homicidio se cosen mientras beben escrúpulo, se empachan de carne nerviosa y así se conciben, fagocitan y asocian con textura de club benéfico, con el carnet de muñón tóxico y el diálogo en forma de laso reluciente, brillos en el humo del esfínter y género desconectado. Se nombran a sí mismos animales de cuneta, se suben al podio del nicho donde diarrean su sed de amor y condenan a milagros a los seres Hominosos. El uso de braguetarios los calma bajo la luz de su dibujo, se desahogan en la dimensión más cercana, se arañan imitando sonidos de murciélago, se aceitan las cicatrices pérfidas y, al salir, se les caen las mentiras de las uñas y una gota de cinismo les brilla en la frente, se evapora y fantasmea entre los presuntos invitados, víctimas demócratas.
Sergio Marín
lunes, 31 de agosto de 2009
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